HISTORIA 3°2° QUÍMICOS



2022


EJE I
EL CONTEXTO EUROPEO

En el siglo XIX la República Argentina se insertó en un contexto mundial caracterizado por:
  • el desarrollo de nuevas formas de producción capitalista
  • el aumento de la competencia de grandes potencias mundiales a nivel económico, por los recursos naturales y los mercados
  • el fenómeno del imperialismo
  • la aparición de alianzas defensivas-ofensivas, que terminaron desembocando en la guerra mundial
En clases, estamos analizando estos aspectos.

EUROPA ANTES DE LA GUERRA DE 1914

La segunda mitad del siglo XIX, presenció grandes transformaciones políticas, económicas y sociales. Todas ellas tuvieron importantes consecuencias en lo que sería el traumático siglo XX.
Podemos sintetizar estos complejos procesos, considerando por lo menos cinco ejes centrales:
  •  desde mediados del siglo XIX, se produce una profunda transformación como SEGUNDA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 
  • Estas transformaciones obligaron a los estados a, sobre todo después de la crisis de 1873, controlar sus mercados compradores y proveedores de materias primas. así, el mundo desarrollado europeo comenzó una competencia por ocupar espacios extraeuropeos, en forma directa, formal, o mediante influencias políticas, económicas con las elites locales. Asistimos, así, al surgimiento de un nuevo IMPERIALISMO EUROPEO, que reconstruye los pactos coloniales con nuevas regiones.
 
  • la revolución industrial, que fortaleció a las burguesías industriales aún nacientes, condujo a la militancia de los trabajadores, que, lentamente, fueron adquiriendo conciencia de su situación de explotación. Las luchas políticas de la burguesía industrial y financiera, por tomar el poder político de las naciones europeas, se combinó con la militancia obrera y la organización política en torno de las ideologías de clase, como el socialismo o el comunismo. Esto originó los primeros CONFLICTOS SOCIALES, entre los cuales, la Comuna de París es un sangriento episodio.
  • Estos conflictos internos, el desarrollo industrial y la competencia interimperial, condujeron, a fines de siglo, a definir alianzas entre grupos de países para lograr equilibrios de potencias, continuamente puestos en duda por las pretensiones hegemónicas de las principales potencias: Inglaterra, Alemania, Francia, Rusia. Así, surgieron ALIANZAS OFENSIVO-DEFENSIVAS.
  • En el interior de cada región, se definieron, tempranamente, nuevas tendencias ideológicas. Entre ellas apareció el NACIONALISMO europeo. Algunas potencias pudieron organizarse incluyendo a los integrantes de una nación (los alemanes quedaron incorporados a Alemania, por ejemplo), pero otros grupos nacionales siguieron sometidos a otros países, sin poder organizarse en forma independiente (como los polacos, incluidos en Rusia por ejemplo)
  • Pero el nacionalismo, si pudo tener connotaciones positivas en la definición de estados homogéneos o estables, también dio lugar a formulaciones excluyentes. Así, el nacionalismo permitió justificar y fortalecer el proceso imperialista, a través de los PAN-NACIONALISMOS, como el alemán o el ruso, o el inglés, que justificó la conquista del resto del mundo con ideas de superioridad cultural.
  • estos pannacionalismos decantaron en un NACIONALISMO EXTREMO en algunos casos, que fueron el inevitable germen de los modelos autoritarios y fascistas del siglo XX.


LA GUERRA Y LA PAZ 1914-1919

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REVOLUCIÓN RUSA


  
Apuntes de clase
Consignas clase día 17 de abril de 2019

ARGENTINA ENTRE 1880 Y 1930

En Argentina, luego de las guerras civiles del siglo XIX, se instaló en el poder un grupo minoritario de propietarios de tierras (terratenientes agropecuarios y sus socios extranjeros), que ejercieron el poder teóricamente republicano,pero en realidad de una forma autoritaria y fraudulenta.
A este modelo político lo hemos definido como oligárquico. Tuvo como referente máximo a Julio Argentino Roca (y su "partido" político el PAN), y a sus seguidores y aliados: los roquistas. Era, como vemos, un poder personalista. Cuando Roca y su grupo quedó fuera del poder, o en minoría, se abrió paso a una nueva etapa, caracterizada por la Reforma electoral. Cuando se aplicó esa Reforma electoral en 1916, resultó triunfante el partido de la oposición, la Unión Cívica Radical, primer partido opositor en gobernar Argentina, en cuarenta años.
El presidente Figueroa Alcorta y la elite en pleno festejo de 1910

El modelo oligárquico también aceptó un crecimiento económico basado en la agroexportación, basado en la exportación de aquellos productos que ofrecían ventajas comparativas: en el caso de la pampa húmeda, la carne, el cuero, la lana, el trigo. Todo lo demás que el país necesitaba, se importaba.Así, esta época se sostuvo en una ecuación:

MODELO OLIGÁRQUICO + MODELO AGROEXPORTADOR
(en lo político)                   (en lo económico)

La producción de cereales y carne es la principal exportación
El campo se mecaniza para aumentar la productividad
La Forestal, empresa extranjera en el Chaco que provee de maderas
Era, claramente, una ecuación que tenía un solo ganador y beneficiario claro: las elites y sus aliados intraoligárquicos. El resto, la inmensa mayoría de peones, obreros, inmigrantes y habitantes de las ciudades, quedaba marginado económica, social y políticamente.

los conventillos, lugar de habitación de los sectores bajos

Por eso, lentamente se fue organizando una resistencia y una oposición a este modelo fraudulento, minoritario, excluyente.

Huelga de inquilinos en 1907, Buenos Aires

Los primeros en organizarse eficientemente, fueron los obreros, quienes desde 1857 comenzaron a organizar sociedades de socorros mutuos y luego sindicatos y gremios. Hacia fines del siglo, se habían organizado en centrales obreras, con mayoría de afiliados de ideologías revolucionarias, como los anarquistas. Los anarquistas en particular, y los obreros organizados en general, terminaron imponiendo una cuestión por resolver: la "cuestión social". Pero las oligarquías dominantes no pensaban resolverla positivamente. Entre 1907 y 1910 sancionaron leyes represivas que condenaban a los dirigentes obreros socialistas y anarquistas, los expulsaban del país o los encarcelaban. Las represiones violentas fueron la política seguida por las oligarquías para solucionar las demandas obreras de mejores condiciones de trabajo, menos horas de trabajo, mejores sueldos.

LA UCR

La otra oposición organizada a este modelo surgió en el terreno de la política. En 1889 un grupo de jóvenes intelectuales organizó un grupo para oponerse a las políticas restrictivas, corruptas y personalistas de la oligarquía dominante. Ese grupo luego se organizó más coherentemente en la Unión Cívica en 1890, que era una alianza de distintos descontentos con el "Régimen", como se lo llamaba a este modelo. Protagonizaron una rebelión cívico-militar para derrocar al gobierno del presidente Juárez Celman, pero sus objetivos eran contradictorios: había en la UC grupos cercanos a la oligarquía que solo buscaban la renuncia del presidente (los mitristas); grupos más decididos, que buscaban un "cambio de raíz", de régimen (los republicanos). En el medio, Roca pactó para controlar el poder y dividir a este grupo.

Revolución de 1890
De esa división surgió la Unión Cívica Radical, cuyo objetivo primordial era establecer un sistema electoral sano y sin fraude. Dos referentes serán centrales: Leandro Alem e Hipólito Yrigoyen. La UCR siguió, sinuosamente, una oposición fuerte. Intentó, con Yrigoyen, derrocar a los presidentes del Régimen en sucesivas revoluciones armadas (1893, 1905), que fracasaron, pero crearon un núcleo de seguidores fieles y dispuestos a apoyar a sus líderes.
Estas dos oposiciones al Régimen, la obrera y la radical, planteaban luchas diferentes, y por lo tanto, no actuaron coordinadamente. De hecho, el radicalismo nunca tuvo una política clara con respecto al movimiento obrero, y sus reclamos eran siempre de tipo político.
Sea como fuere, el Régimen se fue agotando naturalmente. Sus principales referentes fueron muriendo a principios de siglo XX y una nueva generación de dirigentes (la Generación del Centenario) tenía una conciencia más intensa respecto de las bases fraudulentas de su poder. Sabían que si el Régimen era fraudulento, era lógico que hubiera una oposición. Si se reformaba ese solo aspecto, pensaban, la oposición no tendría argumentos, y dejaría de intentar derrocarlo. La oposición era, para estos dirigentes, solamente la Unión Cívica Radical. Respecto del movimiento obrero, como hemos dicho, la estrategia era la de siempre: represiva.

Afiche del Centenario, un país progresista, según la elite
En 1910, el presidente Roque Sáenz Peña llega al poder, con este nuevo grupo de dirigentes renovadores, reemplazando al viejo roquismo. Su objetivo era claro: "Quiera el pueblo votar", como lo anunció en su discurso inaugural al Congreso. Votar, sin fraude.
Presidente Roque Sáenz Peña 1910-1914
Sáenz Peña: "quiera el pueblo votar" 
En 1912 se sancionaron una serie de leyes que se conocen como la Reforma electoral. La intención, para Sáenz Peña era clara:
  • buscar la participación electoral, no conspirativa, de la UCR
  • mantener el poder para el Régimen
  • Así, diseñó una compleja reforma que planteaba
  • el voto secreto, obligatorio y universal
  • el empadronamiento masivo de los varones en edad de votar
la utilización del sistema de lista incompleta: quien ganaba las elecciones a representantes, se quedaba con los dos tercios de cargos; el segundo partido, se quedaría con el tercio restante. 
Para Sáenz Peña, ese segundo partido sería la UCR. Al participar en elecciones, la UCR ya no tendría intenciones de derrocar al Régimen.
Para ganar sin fraude, el Régimen debía organizar un partido similar a la UCR: en todo el país, permanente, con una plataforma política, con sus organismos dirigentes partidarios.
Pero en 1914, cuando el nuevo sistema se aplicaba con variada suerte para el gobierno de Sáenz Peña, ocurrió lo impensado: el presidente, que conducía el proceso, murió. El nuevo presidente, De la Plaza, tenía opiniones diferentes a Sáenz Peña. Para De la Plaza, había que evitar el triunfo de la UCR como fuera, incluso por fraude. El partido oficial, modernista, no serviría: había que reflotar al viejo PAN.

De la Plaza: el regreso de la vieja oligarquía
En esta coyuntura, el oficialismo se dividió.
Una parte de la elite gobernante, los saenzpeñistas, siguió con el plan original de formar un partido, el modernista, que debía participar en las elecciones de 1916 y ganarlas. El otro sector, la vieja oligarquía, pensaba que debía regresarse al sistema del fraude para controlar el poder. En todo el país, los dirigentes conservadores adoptaron distintas posturas. Se logró la nominación de una fórmula progresista con Lisandro de la Torre-Alejandro Carbó, del Partido Demócrata Progresista (los modernistas) y los conservadores propusieron a Ángel Rojas-Juan Serú. La UCR presentó una fórmula unida: Hipólito Yrigoyen-Pelagio Luna. Ganó esta fórmula.
Los miembros de la oligarquía, se encontraban, para su enorme sorpresa, fuera del poder, por primera vez desde 1862.

YRIGOYEN Y LA DEMOCRACIA AMPLIADA 

Yrigoyen llega a la presidencia con el control de una parte del poder político


PODER LEGISLATIVO Mayoría conservadora
PODER JUDICIAL Controlado por conservadores
PODER EJECUTIVO Controlado por radicales
El nuevo presidente, si bien era radical, no tomaba en cuenta el programa de gobierno de la UCR. Para Yrigoyen, la UCR debía representar más que a un partido, era la fuerza moral que debía transformar a la Argentina, era la Causa. Debía no solo derrotarse electoralmente a los conservadores: eran el ejemplo de los males del país: corruptos, minoritarios, elitistas. LA UCR debía regenerar al país.
Para eso necesitaba tener poder, para derrotar a esa enorme oposición.
  • Las provincias: elegidas bajo gobiernos conservadores. Por eso, Yrigoyen las va interviniendo, para entregar, después de elecciones limpias, sus gobiernos a la UCR
  • Sectores sociales que se movilizan con el gobierno de Yrigoyen

CLASES
IDEOLOGÍA
Clases altas: "elites" conservadoras Desplazadas del poder en 1916: OPOSICIÓN LIBERALES CONSERVADORES
Clases medias y bajas Favorecidas por la UCR. (empleados públicos, nuevos dirigentes) RADICALES
Obreros industriales, extranjeros inmigrantes en su mayoría No son atendidos IZQUIERDA (socialistas, anarquistas, sindicalistas)


Los sectores obreros apoyan la Revolución Rusa (1917-1918) como un acontecimiento beneficioso para ellos.
Por eso se inicia un ciclo de protestas revolucionarias en Argentina (1919-1922) controladas por el gobierno a través de:
  • beneficios sociales (jubilación a ciertos sectores, jornada de ocho horas, aumentos de sueldo)
  • represión controlada (con la policía y el Ejército
  • alianza con los sectores industriales conservadores
  • apoyo a los sectores medios, con el acceso a la universidad libre
Entre 1919 y 1921 dos grandes huelgas obreras fueron violentamente reprimidas con miles de muertos obreros: la Semana Trágica y la Patagonia. Luego de esta feroz represión, el movimiento obrero quedó diezmado y controlado. Los sectores más revolucionarios, los anarquistas prácticamente desaparecieron y los sindicalistas optaron por reclamar beneficios concretos: mejores salarios, condiciones dignas de trabajo, jornada de 8 horas, jubilación.
El radicalismo logró gobernar a pesar de la fuerte oposición de los conservadores y de los obreros.
Pero también tenía divisiones internas:
  • un sector de la UCR seguía a Yrigoyen como su líder, eran los yrigoyenistas. Consideraban que el país debía ser conducido por Yrigoyen, en un sistema personalista y presidencialista
  • otro sector, los antiyrigoyenistas, consideraban que lo importante no era quién fuera el líder, sino que se respetasen las ideas del partido y las formas republicanas de gobierno. Su referente era Alvear
En 1922 con apoyo de Yrigoyen, que creía que iba a poder controlarlo, Alvear llegó a la presidencia. Pero no se dejó controlar por Yrigoyen y favoreció la persecusión de los yrigoyenistas. En 1924 el partido se dividió en dos.
En 1928 Yrigoyen vuelve a ser elegido presidente, pero ahora tiene no solo la oposición de los viejos oligárquicos, sino también de los alvearistas. En su gobierno tuvo que soportar los efectos de una crisis mundial, la de 1929-30, y así la oposición se unió para sacarlo del poder. Y encontró en el ejército un inesperado aliado.
El 6 de setiembre de 1930 el Ejército obligó por la fuerza a renunciar a Yrigoyen. Asume el general Uriburu como presidente provisiorio.
El nuevo gobierno no tenía intenciones de solamente expulsar a Yrigoyen del poder. Deseaba reformar el orden institucional. Se había justificado al golpe de estado diciendo que la situación era caótica, que había desgobierno, que los gobernantes eran corruptos, que el presidente era incapaz de gobernar ya. Cierto es que el gobierno había perdido su caudal electoral rápidamente, que el ritmo de gobierno de Yrigoyen se había vuelto más moroso, que el partido gobernante estaba atravesado por internas fuertes y debilitantes. Pero también había ganado en cierta coherencia ideológica con el arribo de nuevos dirigentes de capas jóvenes que proponían proyectos avanzados para la época, como la nacionalización del petróleo. Ninguna de las acusaciones justificatorias fueron después demostradas.
Sea como fuere, el nuevo gobierno también llegaba dividido por líneas internas. El problema para algunos era Yrigoyen: sacando a los radicales yrigoyenistas, prohibiéndolos, se podría volver rápidamente al orden constitucional, debidamente tutelado para que el pueblo no volviera a "equivocarse". Así, podrían volver a gobernar, la "parte más sana del vecindario", como se habría dicho en el siglo XIX. En esta perspectiva se enrolaba parte del ejército, con el general Justo, que había sido ministro del presidente radical Alvear. Era antipersonalista.
Pero Uriburu tenía sus propios proyectos. No había dado un golpe de estado para permitir el regreso al poder de una clase decadente. Había que instaurar un orden fascista, como en España o en Italia con Mussolini.
Sin embargo, no pudo hacerlo y se convocaron a nuevas elecciones generales para noviembre de 1931 y ante las opciones, Uriburu, de poca gana, hubo de inclinarse por el candidato "menos malo": Justo, el radical elitista, militar, apoyado por los poderes establecidos de la oligarquía terrateniente. El yrigoyenismo fue proscripto y así, resultó ganador Justo, con escandaloso fraude.
El 24 de febrero de 1932 la vida republicana se restablecía completamente, cuando juraba el nuevo presidente, el general-ingeniero Agustín Justo. Con él se iniciaba la "Década Infame".

La Década Infame

El gobierno de Justo significaba la vuelta al "orden" liberal, agroexportador, probritánico, occidental. Argentina dejaba atrás las desviaciones de la democracia ampliada, para regresar al país gobernado por un cerrado grupo que se miraba como la elite, lo mejor de la sociedad.
El gobierno tuvo que enfrentar los aún fuertes coletazos de la crisis mundial, y lo hizo aferrándose obstinadamente a la agroexportación. Por eso no dudó en negociar un desigual acuerdo con Inglaterra para mantener abierta la exportación de carne, aún a costa de grandes concesiones. El acuerdo, conocido como el Pacto Roca-Runciman, por el vicepresidente argentino y el encargado de negocios inglés que lo firmaron, fue firmado el 1 de mayo de 1933. Argentina, aceptaba, alegremente, un "estatuto del coloniaje", como lo caracterizó la oposición de un grupo de jóvenes intelectuales que comenzaron a apropiarse de las banderas del nacionalismo popular. En cambio, para Roca, Argentina debía sentirse "por su interdependencia recíproca, parte integrante del Imperio Británico".
La política oficial, además del Pacto Roca-Runciman, incluyó un mayor intervencionismo estatal en economía, pero siempre para favorecer a las grandes corporaciones. Así, las Juntas Reguladoras de muchos productos primarios intentaron subir los precios de las materias primas pero lo hicieron en favor de los grandes productores, aliados del gobierno conservador.
En 1938 el poder fue entregado al ex ministro Ortiz, de tradición radical, integrante de la alianza gobernante, la Concordancia. Ortiz, intentó, sin lograrlo plenamente, evitar el fraude escandaloso en las elecciones provinciales. Inició un programa de intervenciones provinciales contra los gobiernos fraudulentos, pero la guerra mundial alteró su presidencia con presiones que minaron su salud. Diabético, el presidente Ortiz debió renunciar para morir poco tiempo después de su salida de la presidencia, el 27 de junio de 1942.
Con Ortiz fuera del poder, volvió a gobernar el grupo de conservadores más tradicional con el vicepresidente Castillo. Sin embargo, el Ejército salía más debilitado que nunca, porque los altos mandos comenzaron a ser impugnados y criticados por corruptos, por los mandos medios, los oficiales con mando de tropas. Así, surgió una logia secreta, el GOU, que comenzó a trabajar en las sombras para desplazar del poder a gobiernos tan corruptos e inoperantes, sobre el telón de fondo de la neutralidad argentina en la guerra.
El 4 de junio de 1943, el gobierno, debilitado por las conspiraciones, sin opciones de recambio, con Justo fallecido en enero de ese año, un golpe militar dado por el GOU colocó al ex ministro de Guerra Ramírez (luego de una fugaz presidencia del general Rawson) como presidente. Se ponía punto final a toda una larga etapa de la historia argentina.



EL GOLPE DE ESTADO DE 1955 Y LA OPOSICIÓN PERONISMO-ANTIPERONISMO


El 16 de setiembre de 1955, noventa días después de la masacre en Plaza de Mayo, por los bombardeos de algunos aviones, el Ejército y la Armada derrumban al régimen peronista, la “segunda tiranía” que había asolado a la Argentina. La “primera dictadura” había sido, según los ideólogos de este golpe de estado, la etapa de Rosas en el siglo XIX. Por eso, el golpe se autotituló “Revolución Libertadora”, porque venía a liberar al país de un régimen despótico, antirepublicano, y popular.

Desde este momento, en Argentina, se instala pues una lógica política de la que no hay salida, y va llevando inexorablemente a una espiral de violencia política y de crisis de la que costarían décadas salir. Podríamos resumirla así:
  • el primer factor es el militarismo: el Ejército, en particular, se siente responsable tanto como capacitado de intervenir en la vida política del país. El militarismo, patología de lo militar, considera que es el único que puede sacar al país del caos, que es necesario intervenir. Esto desnaturaliza la función inicial de las fuerzas armadas, su función profesional, y las transforma en factor político. Su misión es impedir el regreso del peronismo, y la desperonización de la Argentina.
  • El segundo factor es el propio peronismo. A pesar de las masivas muestras de apoyo al golpe de 1955, la sociedad argentina se fragmenta, y la fisura es de clase: los sectores populares se asumen como esencialmente peronistas. Y este “pueblo peronista”, toma en sus manos, a través de la dirigencia sindical peronista, la resistencia contra el régimen militar que los persigue incansablemente. El líder desde el exilio, sigue teniendo el control de su movimiento político, y se da cuenta de que es esencial para la solución de las crisis: el peronismo no puede quedar al margen, porque representa claramente a las mayorías. Si no puede participar, su consigna es no favorecer a ningún gobierno que no levante las impugnaciones. Así, cualquier salida política, tanto democrática como militarista, no contará en adelante con el apoyo de las mayorías.
  • Un tercer elemento es la institucionalidad republicana. Efectivamente, los militares quieren evitar el regreso del peronismo, por lo cual colocarán en el poder a sucesivos gobiernos inexorablemente débiles: no cuentan con el apoyo de las mayorías. Y es necesario que sean débiles, para poder controlarlos. Las fuerzas armadas son las garantes de estos gobiernos democráticos. Pero a la vez, estos gobiernos se encuentran en un callejón sin salida: dependen del poder militar, pero, por su naturaleza democrática, deben aceptar la participación política del peronismo, que, si no lo logra, es un factor de desestabilización constante, pero si se le permite su participación, también lo es. Apenas es levantada la impugnación contra el peronismo, los militares intervienen y derrocan a estos regímenes.

    Así, hay una constante alternacia entre dos polos irreductibles:
     


Y así, se reinicia el circuito.
Este esquema condiciona toda la vida política en Argentina hasta 1983. Así surgieron los gobiernos tutelados de Frondizi (1958-1962), Illia (1963-1966) y Martínez de Perón (1974-1976).
Sin embargo, hay un nuevo elemento que interviene crecientemente. Desde 1959, Cuba es un ejemplo de revolución socialista, popular y transformadora. Los sectores políticos de América latina, saben que para romper este cerco inexorable, deben recurrir a la violencia política. Desde entonces, la radicalización de la política tiene su justificación en las proscripciones: si no se puede participar, es necesario resistir.

Sin embargo, hay un nuevo elemento que interviene crecientemente. Desde 1959, Cuba es un ejemplo de revolución socialista, popular y transformadora. Los sectores políticos de América latina, saben que para romper este cerco inexorable, deben recurrir a la violencia política. Desde entonces, la radicalización de la política tiene su justificación en las proscripciones: si no se puede participar, es necesario resistir.

LA "REVOLUCIÓN LIBERTADORA"

El golpe de 1955 fue dirigido por el general Lonardi, quien desde Córdoba, logró reunir una parte importante del Ejército y la Marina en contra del gobierno de Perón. Sin embargo, había una gran división interna.
Lonardi, que provenía de los sectores católicos que colaboraron con el golpe, consideraba que el peronismo era un hecho y había que poder controlarlo, sin tener que extirparlo de la vida política.





Por eso Lonardi, apenas juró como presidente, eligió a un ministro de Trabajo cercano al peronismo para que buscara acercamientos con los gremios que eran peronistas.
El resto del Ejército y la Marina no estaban de acuerdo. Para ellos, no se venía a sacar a Perón del poder solamente. La intención era organizar la vida política, evitar las desviaciones peligrosas del populismo, cortar todo rasgo de cambio social profundo. Para eso era necesario una fuerte reorganización política y además, la tutela constante del poder militar sobre la política, para evitar futuros inconvenientes.
Y la primera forma de lograr estos objetivos es prohibir al peronismo, a quien responsabilizan de todos los males que sufría el país.
Por eso desplazaron a Lonardi y el gobierno quedó en manos del sector más duro del Ejército, más antiperonista, con la Marina a la cabeza. El nuevo presidente, en noviembre de 1955 fue Aramburu.
Aramburu llevó adelante una intensa acción represiva contra el peronismo:
  • prohibió los símbolos del peronismo: escudos, banderas, marchas
  • censuró a la prensa que no podía mencionar ni siquiera los nombres de Perón
  • reprimió todo intento de oposición, como la sublevación de militares peronistas en 1956 que fue suprimida con fusilamientos de civiles y militares
  • prohibió al partido peronista y derogó por decreto la constitución de 1949, reinstalando la de 1853.
A la vez, en lo económico, limitó la participación del estado en la economía, limitó la política social del anterior gobierno, buscó inversiones extranjeras con grandes concesiones, limitó la participación de los asalariados en el reparto de las riquezas. Su modelo económico volvió a ser el tradicional: liberal, agrario y exportador. 
En 1958, Aramburu pensó en que era momento de retirar a las fuerzas armadas del poder y entregarlo a un partido aliado, que sostuviera las mismas ideas. Pensó así, una reforma de la constitución para evitar el regreso del peronismo. Para eso convocó a elecciones de convencionales constituyentes que de paso le servirían para medir el apoyo o no, de la opinión pública.
En esa elección el peronismo no podía participar porque estaba proscripto. El único partido político legal que podía gobernar era la UCR. Pero también frente al fenómeno del peronismo se dividió el radicalismo en 1956:
  • un sector, la UCR intransigente (UCRI), proponía un programa que rescataba ciertos aspectos económicos del peronismo
  • el otro sector, la UCR del pueblo (UCRP), más conservador y antiperonista
El gobierno militar apoyó obviamente a la UCRP. Sin embargo, las elecciones para constituyentes significó un triunfo de la UCRI opositora. Por eso, al poco tiempo, Aramburu optó por convocar a elecciones generales.
En esas elecciones, el líder de la UCRI, Arturo Frondizi, buscó el apoyo de los votos peronistas, por un acuerdo secreto firmado con su enviado Rogelio Frigerio.
Así, en 1958, Arturo Frondizi se hizo cargo de la presidencia.


EL MODELO DEL DESARROLLISMO

Finalizada la guerra mundial, la ONU propuso la creación de organismos internacionales de estudios regionales para el desarrollo económico y social. En América latina, se creó la CEPAL, Comisión Económica para América Latina, donde cumplieron un rol destacado los economistas seguidores de las posiciones doctrinarias del argentino Raúl Prebisch.
Desde la CEPAL, se sostuvo un modelo de desarrollo basado en la importancia de la industrialización deliberada. Partiendo de las ideas del inglés Rostow, América latina
  • debía atravesar por etapas evolutivas de desarrollo hasta alcanzar formas de crecimiento autosustentables.
  • debía crear condiciones de desarrollo industrial de base, no subsidiaria de la agroexportación
  • debía contar con la coordinación y planificación estatal cuidada
  • debía estimular la concurrencia del capital extranjero para generar un proceso de acumulación que luego permitiera separarse de estas fuentes, para favorecer redistribución y desarrollo internos
El rápido crecimiento económico industrial del periodo (del que el peronismo dio cuenta en esta época intensamente), sin embargo desequilibró las balanzas de pago, porque la industria latinoamericana era fuertemente dependiente de la importación de materias primas, insumos y tecnologías. Por eso, las teorías de la CEPAL fueron revisadas y se puso el acento en una industrialización de base que sustituyera esas importaciones esenciales. Surgieron así las teorías desarrollistas que postulaban
  • profundizar la industrialización para el mercado interno
  • profundizar una expansión de las industrias de base
  • profundizar la ampliación de la infraestructura industrial
  • eficientizar la producción primaria para exportación
  • promover una fuerte inversión externa que supliera la falta de capitales locales, mediante una política de apertura de la economía y de disminución de los proteccionismos. 
Pero ni la CEPAL ni los desarrollistas consideraron que la inversión extranjera en realidad podía imponer condiciones y situaciones de dependencia al desarrollo. Efectivamente, la llegada de grandes capitales a la región agravó la dependencia económica, porque en muchos casos se desarrollaron procesos industriales subsidiarios de las grandes corporaciones, antes que lograr un desarrollo autónomo y competitivo.  Así
  • se agravó la dependencia de insumos importados
  • se aceleró la concentración económica en manos de grandes corporaciones
  • se produjo una fuerte transferencia de recursos y divisas al exterior, con la consiguiente descapitalización de cada país
  • no hubo transferencia de tecnología ni de conocimiento a las sociedades latinoamericanas
  • se impusieron los intereses más concentrados, lo que implicó una influencia sobre los estados nacionales, que debieron dar garantías de inversión, lo que redundó en una mayor dependencia económica y política respecto de las grandes potencias.
Frondizi (1958-1962)
El nuevo presidente se encontraba en una débil posición: tenía por un lado, el control del Ejército, y por el otro, la presión de los sindicatos peronistas que esperaban que se retomara una política favorable a sus intereses y se permitiera su participación política.
Frondizi puso en práctica inicialmente un modelo de crecimiento industrial, pero con control de capitales extranjeros. Intentó el autoabastecimiento energético mediante la inversión de empresas petroleras norteamericanas, que le generaron la inmediata oposición de los sectores nacionalistas, tanto de derecha como peronistas. Así, logró hacer aprobar unos controvertidos contratos con la compañía Standard Oil que hacía grandes concesiones a esta empresa.
Por otra parte, intentó buscar apoyo en los dirigentes gremiales que se mostraban más independientes frente al liderazgo de Perón. Por eso, el peronismo se opuso a esta política de división del movimiento obrero y llevó a cabo constantes huelgas, paros generales y tomas de fábricas.
Toma del frigorífico Lisandro de la Torre por sus trabajadores
La debilidad del gobierno llevó a que en 1962 se tuviera que aceptar la participación del peronismo en las elecciones. Frondizi confiaba en que podría ganar en las elecciones, lo que le daría más fuerza y legitimidad frente a todos sus opositores. Pero triunfaron los partidos peronistas en varias provincias.
Esto significó el final de la experiencia frondizista. Aunque el presidente intentó evitar su derrocamiento, anulando las elecciones, el 29 de marzo de 1962 un nuevo golpe derrocó al presidente constitucional.


LA DIVISIÓN MILITAR: AZULES Y COLORADOS
Otra vez los militares se colocaban como árbitros de la política. El poder ejecutivo recayó en José María Guido, presidente del Senado, pero el verdadero poder estaba en manos de los generales del Ejército.
Pero el ejército estaba dividido:
  • un sector del Ejército, los "azules", consideraban que el ejército debía ocuparse de sus funciones profesionales, se molestaban que la Marina influyera en sus asuntos, su antiperonismo no era extremo, sino que consideraban que se lo podía depurar pero mantener, y podía incluso ser un freno para el nuevo peligro que comenzaban a considerar: la revolución socialista que ya había triunfado en Cuba tres años antes.
  • el otro sector, los "colorados", eran totalmente antiperonistas: consideraban que debía ser totalmente proscripto, era violento y peligrosamente podía desembocar en el socialismo. La Marina era el principal reducto de este grupo, bajo el liderazgo del almirante Rojas.

Los colorados controlaron el gobierno de Guido y pretendieron establecer un régimen controlado con absoluta exclusión del peronismo de la vida política. Consideraron las ideas de los azules como insostenibles. Ambos sectores terminaron por enfrentarse violentamente en setiembre de 1962.
De los combates entre militares el bando azul logró vencer tras cuatro días de tiroteos y movimientos de tropas. El gobierno debió aceptar una nueva salida electoral, donde se podía aceptar la participación del peronismo, pero no del propio Perón.
Los sindicatos peronistas rechazaron cualquier acuerdo. También la Marina y el sector colorado, que siguió resistiendo y esto condujo al sector azul a preferir la unidad del ejército a cualquier proyecto de integración del peronismo.
En 1963 convocó a elecciones con la proscripción del peronismo y esta vez el triunfo recayó en la UCRP, con Arturo Illia como candidato.

Illia y la Revolución Argentina

En 1963 una nueva etapa política se inició con la elección del radical del pueblo, Arturo Illia
Igual que en el caso de Frondizi, la proscripción del peronismo y el control militar del poder transformaba al gobierno de Illia en notablemente débil. Así, en las elecciones a presidente, la fórmula de la UCRP alcanzó tan solo el 25% de los votos emitidos, frente al 22% de votos en blanco (que eran la forma que el peronismo encontró para manifestar su rechazo a la imposibilidad de participar). Su legitimidad electoral era notablemente escasa.
Aún así, con la oposición peronista, el control militar y un clima político tenso, Illia logró importantes leyes y acciones políticas:
  • recuperó el control de YPF para la explotación petrolera, dando por anulados los contratos petroleros que Frondizi había firmado con petroleras extranjeras. Se iniciaba otra vez una política nacionalista en lo energético
  • Se sancionó la ley del salario mínimo, vital y móvil (que rige hasta hoy), con un sentido protector de los trabajadores. 
  • sancionó la ley de abastecimiento, que trataba de controlar la especulación sobre productos alimenticios esenciales (que rige, con variantes, hasta hoy)
  • sancionó una controvertida ley de medicamentos, que regulaba los precios de los medicamentos, controlaba la cadena de producción y limitaba el pago de patentes al exterior. Contó con la poderosa oposición de las grandes compañías químicas y de Estados Unidos, que defendía los intereses de sus empresas.
De todas maneras, mantuvo una línea política de confrontación con el peronismo. Mantuvo la prohibición del partido y sus líderes, actuó legalemente contra dirigentes sindicales y reprimió manifestaciones políticas opositoras. Esto generó la oposición dura del sindicalismo con numerosas huelgas y planes de lucha.
Igual que en el caso de Frondizi, en 1965 el gobierno, de origen democrático, permitió la participación de partidos peronistas en las elecciones parlamentarias. El triunfo de estos partidos debilitó aún más al gobierno, y sumó a la lista de opositores, a las fuerzas armadas, que estaban vigilantes ante cualquier regreso del peronismo.


Así, se fue creando un clima de oposición cerrada y golpista, con la activa participación de la prensa, que ridiculizaba la figura tranquila y paciente del presidente como lenta y de inacción.
La campaña de desprestigio fue tan efectiva que el 28 de junio de 1966 un golpe militar encarceló al presidente ante la más absoluta indiferencia ciudadana. un grupo de militares le exigió la renuncia en el mismo despacho presidencial, y luego de lograda, Illia se retiró caminando hasta la calle, tomó un taxi y se fue a la casa de su hermano. Terminaba de la manera más increíble una experiencia compleja llena de contradicciones.



GOLPE DE ESTADO Y TERRORISMO DE ESTADO 1976-1983

Antecedentes


Entre 1930 y 1983 la Argentina sufrió seis golpes de Estado. Sin embargo, la expresión «terrorismo de Estado» sólo se utiliza para hacer referencia al último de ellos. La violencia política ejercida desde el Estado contra todo actor que fuera considerado una amenaza o desafiara al poder fue una característica recurrente en la historia argentina. Hay muchos ejemplos de esto: la represión contra los obreros en huelga en la Semana Trágica (1919) y en las huelgas de la Patagonia (1921); los fusilamientos de José León Suárez relatados por Rodolfo Walsh en su libro Operación Masacre (1956); la Noche de los Bastones Largos durante la dictadura de Juan Carlos Onganía (1966) y la Masacre de Trelew (1972), entre tantos otros.
Estos episodios pueden ser evocados como antecedentes de la violencia política ejercida desde el Estado contra sus «enemigos» (aún cuando los primeros: la Semana Trágica y las huelgas patagónicas, acontecieron en el marco de un Estado democrático). En ese sentido están ligados a la última dictadura. Sin embargo, el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional implicó un «salto cualitativo» con respecto a los casos citados porque la dictadura de 1976 hizo uso de un particular ejercicio de la violencia política: la diseminación del terror en todo el cuerpo social.
Lo que singularizó a la dictadura de 1976 fue algo que ninguno de los regímenes previos practicó: la desaparición sistemática de personas. Esto es: ciudadanos que resultaron víctimas de secuestros, torturas y muertes en centros clandestinos de detención desplegados a lo largo de todo el país, cuyos cuerpos nunca fueron entregados a sus deudos. La dictadura pretendió borrar el nombre y la historia de sus víctimas, privando a sus familiares y también a toda la comunidad política, de la posibilidad de hacer un duelo frente a la pérdida.

Seis características
Cuáles fueron las notas distintivas del terrorismo de Estado? ¿Por qué esta expresión da cuenta de lo específico de la última dictadura? ¿Qué fue lo que permitió afirmar que se trataba de un acontecimiento novedoso en la larga historia de violencias políticas de la Argentina? Vamos a detenernos en algunos de sus rasgos característicos.
En primer lugar, lo propio del terrorismo de Estado fue el uso de la violencia puesta al servicio de la eliminación de los adversarios políticos y del amedrentamiento de toda la población a través de diversos mecanismos represivos. Miles de personas encarceladas y otras tantas forzadas al exilio, persecución, prohibiciones, censura, vigilancia. Y, fundamentalmente, la puesta en marcha de los centros clandestinos de detención. Según explica Pilar Calveiro en su libro Poder y desaparición se trató de una cruel «pedagogía» que tenía a toda la sociedad como destinataria de un único mensaje: el miedo, la parálisis y la ruptura del lazo social.
En segundo lugar, el terror se utilizó como instrumento de disciplinamiento social y político de manera constante, no de manera aislada o excepcional. La violencia, ejercida desde el Estado, se convirtió en práctica recurrente, a tal punto que constituyó la «regla» de dominación política y social. Se trató, entonces, de una política de terror sistemático.
En tercer lugar, ese terror sistemático se ejerció con el agravante de ser efectuado por fuera de todo marco legal –más allá de la ficción legal creada por la dictadura para justificar su accionar. Es decir, la violencia ejercida contra quienes eran identificados como los enemigos del régimen operó de manera clandestina. De modo que la dictadura no sólo puso en suspenso los derechos y garantías constitucionales, y a la Constitución misma, sino que decidió instrumentar un plan represivo al margen de la ley, desatendiendo los principios legales que instituyen a los Estados modernos para el uso de la fuerza. Se violaron así las normas para el uso legítimo de la violencia y el Estado se transformó en el principal agresor de la sociedad civil, la cual es, en definitiva, la que legitima el monopolio de la violencia como atributo de los Estados modernos
En cuarto lugar, el terrorismo de Estado que se implantó en la década del setenta en Argentina deshumanizó al «enemigo político», le sustrajo su dignidad personal y lo identificó con alguna forma del mal. Una de las características fundamentales de la dictadura argentina consistió en criminalizar al enemigo a niveles hiperbólicos: la figura del desaparecido supuso borrar por completo toda huella que implicara alguna forma de transmisión de un legado que se caracterizara como peligroso. La sustracción de bebés también puede ser pensada como una consecuencia de esta forma extrema de negarle dignidad humana al enemigo político
Es decir que una característica distintiva del Estado terrorista fue la desaparición sistemática de personas. El Estado terrorista no se limitó a eliminar físicamente a su enemigo político sino que, a la vez, pretendió sustraerle todo rasgo de humanidad, adueñándose de la vida de las víctimas y borrando todos los signos que dieran cuenta de ella: su nombre, su historia y su propia muerte.
En quinto lugar, el uso del terror durante la última dictadura tuvo otra característica definitoria: dispuso de los complejos y altamente sofisticados recursos del Estado moderno para ocasionar asesinatos masivos, de mucho mayor alcance que aquellos que podían cometer los estados del siglo XIX.
Por último, el Estado terrorista, mediante la internalización del terror, resquebrajó los lazos sociales y distintos grupos, sectores sociales, formas de pertenencia y prácticas culturales comunes, fueron desgarradas: ser joven, obrero, estudiante, pertenecer a un gremio, representar a un grupo, fueron actividades «sospechosas» frente al Estado. Si defender y compartir ideas junto a terceros con objetivos en común implicaba la desaparición, la pauta que comenzó a dominar en las prácticas sociales más básicas fue la de un individualismo exacerbado que continuó manifestándose más allá del 10 de diciembre de 1983; y que a su vez permitió el avance en la destrucción de conquistas sociales fundamentales a lo largo de las décadas del ochenta y del noventa.
En estas seis características podemos resumir algunos rasgos definitorios del terrorismo de Estado, un régimen que se inscribe en la compleja historia política de la Argentina y que, al mismo tiempo, parece no tener antecedentes en esa misma historia.

El proceso político hasta 1983
El gobierno militar que tomó el poder el 24 de marzo de 1976 estableció un sistema de gobierno basado en un Estatuto para el Proceso de Reorganización Nacional. Como todo golpe, ordenó que todos los cargos políticos quedaran sin efecto, cerró el Congreso, ordenó que todos los jueces quedaban en comisión, es decir, podían ser separados de su cargo por el nuevo gobierno.
Para controlar el poder político, se creó una Junta de Comandantes, con los jefes de las tres fuerzas armadas. Uno de esos jefes sería el presidente de la Nación; todos los cargos de gobierno fueron repartidos entre las tres armas por igual. El presidente duraría tres años, y luego la Junta designaría un sucesor.
De las tres armas, el sector que tenía más poder era el Ejército. Por eso el presidente recayó en el jefe del Ejército, Jorge Videla.
  • los “duros” consideraban que debía mantenerse el poder hasta derrotar a los opositores que denominaban la “subversión”. Debían controlarlo de manera represiva y sin reconocer la existencia de derechos. El país se encontraba en un “estado de excepción”, que suspendía derechos y podía durar mucho tiempo. 
  • Los “blandos”, consideraban que en cambio, debía buscarse pasado un tiempo, una salida electoral, convocando a elecciones y entregar el poder a algún partido controlado por ellos. Uno de sus jefes incluso, podía pensar en ser el candidato a presidente
En 1981 el presidente Videla fue reemplazado por Viola, representante de los blandos. Sin embargo, el grupo de los duros, logró desplazarlo en pocos meses y otra vez colocaron a un presidente duro: Galtieri. Este jefe militar no dudó en considerar que no habría elecciones en mucho tiempo.
Aunque la represión interna, las persecuciones y desapariciones evitaron toda reacción de la población, lentamente la oposición (sobre todo de los obreros y sindicatos) comenzó a reorganizarse. Surgieron nuevas agrupaciones que reclamaban el fin de las violaciones sistemáticas a los derechos humanos:

  • Madres de Plaza de Mayo, en 1977
  • El Servicio de Paz y Justicia, uno de cuyos representantes fue premiado con el Nobel de la Paz en 1980
  • El Centro de Estudios Legales y Sociales
Hacia 1981 además, la política económica no daba resultados positivos, sino inflación, aumento de la deuda externa y desocupación. Se reorganizó un grupo sindical que en marzo de 1982 llevó adelante la primer huelga general desde 1976. Fue duramente reprimida por el ejército y la policía.Unos días más tarde, una acción militar inició la Guerra de Malvinas. La población siguió con expectativa el curso de la guerra, mientras la información era manipulada por los medios en favor de la dictadura. La guerra contra Inglaterra terminó en junio de 1982 con la derrota militar de Argentina. Galtieri renunció como presidente y se inició la transición rápida para convocar a elecciones.
En octubre de 1983 se realizaron elecciones y un nuevo gobierno democrático puso en funcionamiento otra vez la democracia.



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